Clavé la mirada libre, de mis ojos verdes apresados, en los criterios heterodoxos de tus sublimes brazos, ¿de cuántos besos y abrazos estaremos hablando?
Pasmada me quedo, observando las roturas y las tenebrosas florituras de aquello que se debe obviar; toda lucha es dura y ardua, de pasmo solemos gritar. ¿Pero qué hay de la práctica en la soltura de las batallas por dar? Recuerda que no está de más la prueba y la forma en demostrar.
Se abrió un pétalo de rosa, se cortó la mala yerba, se quemaron los rastrojos, aunque solo fuera unas horas. Días, a más tardar. Unos pocos años, si me apuras, cuesta repoblar jardines y campos tras un incendio. Y me enerva. Porque aun tengo la espina ¡ay, púa que escalda! clavada en el duodeno.
Tengo frío, estoy cansada, espinada y contrahecha por los huesos. Aunque la rosa florezca, cantando entre rosales a los abriles con olor a lavanda. Hay una tregua inspiradora. Miles de aprendices, cadetes, rodean la pradera madre, la del sol que reseca la contienda y aporta clorofila a la…
Pasmada me quedo, observando las roturas y las tenebrosas florituras de aquello que se debe obviar; toda lucha es dura y ardua, de pasmo solemos gritar. ¿Pero qué hay de la práctica en la soltura de las batallas por dar? Recuerda que no está de más la prueba y la forma en demostrar.
Se abrió un pétalo de rosa, se cortó la mala yerba, se quemaron los rastrojos, aunque solo fuera unas horas. Días, a más tardar. Unos pocos años, si me apuras, cuesta repoblar jardines y campos tras un incendio. Y me enerva. Porque aun tengo la espina ¡ay, púa que escalda! clavada en el duodeno.
Tengo frío, estoy cansada, espinada y contrahecha por los huesos. Aunque la rosa florezca, cantando entre rosales a los abriles con olor a lavanda. Hay una tregua inspiradora. Miles de aprendices, cadetes, rodean la pradera madre, la del sol que reseca la contienda y aporta clorofila a la…